Las personas con identidades no binarias viven fuertes experiencias de opresión social múltiples, con altos costos para su bienestar.
Si dejamos de ser sujetos para convertirnos en objetos de estudio, se nos deshumaniza, se nos roba la narrativa, la voz y un sinfín de derechos políticos, económicos, sociales y culturales que son fundamentales.
El número de personas que se identifican como no binarias aumenta en las nuevas generaciones y la sociedad debe prepararse para acogerlas, sin exigirles que modifiquen sus cuerpos si lo que desean hacer es una transformación social
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